
La época henequenera es parte importante de la historia del estado de Yucatán. Muchas historias nacieron tras esta gran industria del «oro verde«.
Pero debemos retomar esta práctica desde la época prehispánica. Los mayas empezaron el cultivo del henequén, planta que proviene de la familia de los agaves. El nombre con la que la denominaban era «Ki» y a la fibra la llamaban «soskil». Con ella fabricaban cordeles, sacos, bolsas, hamacas, entre otros artículos.
Existe una leyenda donde Zamná junto a sus seguidores descubrieron la planta del henequén. Zamná al acercar su mano en una de las pencas, no se dio cuenta que tenía una espina al final de las hojas. Al sentir el pinchazo, retiró rápidamente la mano. Uno de sus seguidores al ver la situación, se enojó con la planta y cortó la hoja, la golpeó furioso contra las piedras hasta que de ella salieron las fibras.
Zamná detuvo al joven diciendo: «La vida y el dolor nacen juntos, la herida que he sufrido es al mismo tiempo, el descubrimiento de la planta más útil para mi pueblo». (redes escolar)

El mundo avanzaba y con ello, la industria henequenera comenzó a tener su gran apogeo entre los años 1850 y 1950, donde su punto más alto fue en la época del Porfiriato. Existían alrededor de 1,400 haciendas trabajando la fibra del henequén. Estas la mandaban al extranjero a través del Puerto de Sisal y por ello, muchos la conocían como el nombre de Sisal.

La naturaleza tiene su tiempo y la planta del henequén no es la excepción, para poder obtener las hojas se debían esperar siete años y ahí recién era apta para poder empezar a trabajarla. A cada planta se le sacan siete hojas y así sucesivamente. En Yucatán solo se mandaba la materia prima, es decir, la fibra para que en el extranjero trabajaran las cuerdas para los barcos, textiles y otros artículos.

Las haciendas henequeneras eran las casas de campo de los hacendados, ellos vivían en la ciudad de Mérida, en el famoso Paseo de Montejo donde la arquitectura porfiriana resaltaba a la vista. Muchos de los hacendados mandaban a sus hijos a Europa a estudiar para luego hacerse cargo de la empresa y por ello, el estilo europeo se ve en el diseño y decoración de las haciendas.
El henequén en Yucatán fue tan importante que permitió tener alumbrado público eléctrico y tranvías antes que la Ciudad de México. Siendo Mérida una de las ciudades más prósperas de siglo XX en todo Latinoamérica.
La industria del henequén estaba en su mejor momento siendo el único exportador de fibra natural en el mundo, hasta que llega la Segunda Guerra Mundial y con ello, la fibra sintética, creando una gran crisis en la industria. Poco a poco, comienzan a cerrar las Haciendas y como consecuencia, una crisis laboral en la zona. Con el tiempo, países como Brasil y Tanzania exportan la planta y comienzan a hacer sus propios campos transformándose actualmente como los principales exportadores de la fibra natural de Sisal. Brasil posee el 54% de la industria, seguido por México con el 7% (Información 2005).

La industria henequenera se transformó en parte de la historia de Yucatán, sólo existe actualmente la Hacienda Sotuta de Peón que sigue trabajando la fibra como se hacía en la época de oro. Esta producción es vendida a pequeños proveedores como artesanos y artistas locales. Además del valor turístico donde se muestra el proceso del henequén y cómo se vivía en la época. Muchas Haciendas actualmente han sido restauradas y son restaurantes u hoteles de lujo y otras, donde el tiempo dejó su huella y sus ruinas se mezclan con el intenso verde de la selva.

Yucatán es un estado que cautiva con su gran historia, sus paisajes y su maravillosa gente, ellos te acompañarán para que te lleves las mejores experiencias en tu viaje.