La búsqueda de historias y momentos comenzaba hacerse presente y el recuerdo de sentir el viento en la cima de una montaña me llevó a tomar mi mochila y partir a un lugar que anhelaba conocer, un centro de energía y de conecte con la naturaleza, es conocido como el tercer monolito más grande del mundo, la imponente Peña de Bernal en el estado de Queretaro.
Nuestro viaje inicio en Cancún donde tomamos un vuelo directo a la ciudad de Querétaro por Vivaaerobus, al llegar rentamos un coche para poder recorrer la zona. Desde el aeropuerto a Peña de Bernal se encuentra alrededor de 30 minutos.
Este hermoso pueblo mágico se fundo en 1642 por familias españolas que tomaron posesión de las tierras que pertenecían a los Chichimecas, que eran los indigenas de la zona. La historia común de toda Latinoamérica.
En el pueblo, encontrarás distintas opciones de hospedaje para todos los bolsillos. Nosotras queríamos estar a las afueras del poblado y encontramos por internet un hotel comunitario llamado La Tortuga. Este pequeño hotel tiene la mejor vista de Peña de Bernal y acompañado de la mejor música de la naturaleza.

Llegó uno de los momentos que más había esperado, subir el monolito. ¿Sabes cómo se formó? pues, la Peña se formo a partir de un volcán, el cual con el tiempo dejo de tener actividad y la magma del interior se volvió solida y es lo que actualmente la constituye.
La subida al monolito tiene un costo de $30 pesos mexicanos (horario: 8 am a 17:30 pm) pero solo es hasta la mitad del recorrido porque para subir a la cima se necesita equipo técnico de escalada. Todo el sendero se encuentra muy bien señalado, así que no hay como perderse. La verdad si vas a Peña de Bernal y no lo subes es como no haberlo visitado, la experiencia vale mucho la pena.

Peña de Bernal tiene eso que no hay descripción alguna que lo pueda definir, la verdad, hay que vivirlo.