Volcán Acatenando, Guatemala
Por Óscar López Monjaraz
Guatemala ha sido un país atacado por los noticieros amarillistas. Lo único que muestran es inseguridad, migración y delincuencia, sin embargo, nada de esto describe la verdadera esencia de Guatemala. Lo único que puedes encontrar en suelo chapín, es historia, cultura, tradiciones, paisajes increíbles pero sobre todo, gente que te brinde la mano sin importar nada a cambio.
Viajaba a Guatemala por distintas circunstancias que se alinearon para que esto fuera posible, viajaba sin saber mucho de lo que me esperaba y sobre todo, viajaba sin tener un objetivo claro de qué era lo que quería conocer, solo había algo que tenía claro… Tenía que subir uno de sus 37 volcanes que forman parte del Cinturón de Fuego del Pacífico y ver de cerca 1 de sus 4 volcanes activos, fue así como en mi tercer día en Guatemala, inicié el ascenso al Volcán Acatenango.
La aventura comenzaba a las 8:00am, hora en la que los guías pasarían por mí y por quien sería mi grupo de expedición al Acatenango. Un grupo aproximadamente de 15 personas con distintas nacionalidades: Alemania, China, Inglaterra, Francia, Bélgica, E.U.A y por supuesto, México, llegábamos a la comunidad de “La Soledad”, punto donde empezaba nuestro ascenso. Señoras vendiendo quetzaltecas, elixir mágico, nos abordaban al primer momento de bajar de la camioneta, con un clima frío y una niebla espesa y baja, que impedía ver más allá de 4mts. Los guías nos dieron nuestro equipo: casa de campaña, sleeping bag y tapete, más una mochila con un peso de unos 7 kgs. que serían mi condena durante el ascenso.
Anteriormente había realizado ascensos a volcanes pero sin tanto peso, esto era algo que cobraría factura rápidamente, y es que la primera parte del ascenso es una de las más difíciles. Un terreno de arena suelta, de esa que das un paso y te deslizas 2 mts. hacia atrás, trabajo fuerte para las piernas. La altura era otro factor, y es que rápidamente notaba cómo era más difícil llevar oxígeno a los pulmones, esta parte realmente era dura, tanto, que fue desde este punto donde la chica que venía de China decidió regresar.

El Sr. Florencio de aproximadamente unos 50 años, subía y subía sin ni siquiera agitarse, y Elfego, un chico de 20 años que comienza a prepararse como guía, pero que los senderos del Acatenango son ya como su segunda casa, fueron nuestros guías en este ascenso, en todo momento pendientes del grupo, nos alentaban a subir.
En todo el ascenso, Elfego se convirtió en el apoyo para continuar subiendo, haciendo que el ascenso fuera menos difícil. Durante todo el ascenso hay 5 puntos de descanso, aproximadamente 1 cada hora. Fue casi al llegar al 3er punto de descanso fue donde comeríamos nuestros snacks. El peso de la mochila y el ascenso, ya estaban mermando las piernas, calambres en las piernas hacían que llegar al punto de descanso fuera un sufrimiento. Fui el último en llegar al punto donde aparecería otra gran persona, Augusto, quien a esta altura tiene su puesto donde vende galletas y café. Cinco minutos bastaron para crear un lazo de amistad donde no sé si debido a esto, o al verme tan cansado, me regaló una taza de café. El café me sirvió para darme un segundo aire, para recobrar energías. En este punto las náuseas comenzaban a aparecer, pero después de tomar el café me sentía como nuevo.
Después de 5 horas de ascenso, llegábamos al campamento base, donde comenzaríamos a armar las casas de campaña y desde donde tendríamos una vista clara del Volcán de Fuego, 1 de los 4 volcanes activos de Guatemala.
Se veía tan cerca, al llegar una neblina que tapaba ciertas partes del volcán, le daba ese toque místico a algo que ya parecía de otro planeta. No pasaría mucho tiempo para que el Volcán de Fuego nos diera la bienvenida con una exhalación que se hacía sentir hasta donde estábamos, y es que el estruendo, hacía que la tierra temblara para después dar paso a una fumarola que se alzaba lentamente por el cielo hasta alcanzar una gran altura, todos quedábamos inertes ante el poder de la naturaleza.

La noche caía, y Elfego y el Sr. Florencio cortaban leña para hacer nuestra fogata. Calentaban agua para darnos sopas instantáneas que no podrán ser las más saludables, pero cómo saben buenas siempre que estás en la montaña o en algún volcán.
Un momento íntimo donde todos nos sentamos alrededor del fuego disfrutando del silencio de la noche en medio de la naturaleza con un cielo nublado que hacía que nuestras esperanzas de ver lava saliendo del cráter del Volcán de Fuego desaparecieran. Todos se habían ido a dormir, yo me quedé con el Sr. Florencio y Elfego, compartiendo historias, risas y marcando uno de los momentos que se quedan grabados para siempre. Fue casi a las 12:00 am cuando el cielo se despejó y el estruendo se hacía escuchar, venia una erupción. Despertábamos a todos y en ese momento veíamos la lava salir del cráter con un trueno fuerte, todos quedamos sorprendidos.

En punto de las 4:30 am saldríamos hacia la cumbre. El campamento base estaba 500 mts. abajo del gran “plato”, como le llaman a la cumbre del volcán. Un ascenso casi vertical obligaba que esos 500 mts. de subida los hiciéramos en 2 horas para poder llegar a la cumbre y ver el amanecer. Sin embargo, esta vez el clima no nos favorecía y llegamos a la cumbre con neblina espesa que literal hacía que no pudieras ver más allá de tus narices. Una lástima, pero que no le quitaba mérito a lo que habíamos visto durante la noche.
En la cumbre nos encontramos con las cruces de quienes emprendieron a una cumbre más alta, y que 3 meses antes, habían protagonizado uno de los eventos más trágicos en el Acatenango. Varias personas que habían logrado el ascenso, se enfrentaron ante los inminentes cambios de clima que existen en los volcanes, muchos no lograron regresar al campamento base, y el frio y la neblina se fueron junto con ellos. (Q.E.P.D)
A las 7:00 am emprendíamos el descenso por el arenal, donde puedes bajar a gran velocidad y una capa suave de arena sirve de colchón a cualquier caída. Bajar por aquí fue uno de los momentos más divertidos en el volcán. La neblina había desaparecido para regalarnos otra gran postal. Llegamos al campamento para alzar las casas, nos tomó aproximadamente 2:30 hrs. bajar, las piernas ya temblaban en cada paso y es que el bajar también tiene su chiste, llegábamos al punto donde todo comenzó, regresábamos con experiencias que no se pueden olvidar y con el orgullo de haber logrado hacer cumbre. Llegaba uno de los momentos más tristes, despedirme de Elfego y el Sr. Florencio quienes más que ser mis guías, fueron amigos, dos personas con una bondad increíble y que sin duda dolió despedirse.
Si en algún momento tienen pensado viajar a Guatemala y subir el Acatenango, será sin duda una de las mejores experiencias que pueden vivir. Voy a dejar el contacto de Elfego, a quien pueden escribirle vía Whatsapp para que los guíe a través de este duro pero increíble ascenso entre uno de los grandes volcanes de Guatemala.
CONTACTO: +502 4266 4822
Óscar López Monjaraz
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